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Fecha de nacimiento 23 de julio. Estudios: Primaria en Concentración Distrital Reino Unido de Holanda Secundaria:Normal Distrital María Montessori. Licenciatura en Artes Plásticas: Universidad de La Sabana. Especialización en Docencia Universitaria. Universidad Cooperativa de Colombia Casada hace 18 años Hijos: Bryam David y Paula Dayán

jueves, 8 de octubre de 2009

miércoles, 7 de octubre de 2009

REFLEXIONES PEDAGÓGICAS

“EDUCADOR....¿FUNCIÓN, LABOR, PROFESIÓN O VOCACIÓN?”

Cuando se reflexiona sobre los diferentes cambios que han venido surgiendo en la modernidad en cuanto a lo político, económico y cultural, es necesario comenzar a indagarse sobre el quehacer del educador en esta transformación y sobre todo en ¿cuál es la acción interdisciplinaria del educador en la sociedad?. Estos cambios le exigen al maestro asumir nuevos roles y competencias que lo llevan a desempeñar un papel más destacado en comparación quizá de muchas otras profesiones diferentes a las del educador

La razón es sencilla, el trabajo del educador reside en una acción de y con personas, la cual comienza y muchas veces no finaliza, debido a la constante de transformar la sociedad. Alrededor de esto surgen interrogantes como si verdaderamente ¿es capaz el maestro de transformarla o no?, ¿por qué y para qué tiene que estar preparándose?.

Son precisamente estos interrogantes o cambios los que han permitido que se creen espacios donde los maestros tengan la opción de encontrar nuevas y mejores herramientas o estrategias metodológicas para enfrentarse a la sociedad que avanza vertiginosamente junto al proceso de globalización, donde la competencia, factor determinante de la causa social ha hecho que la fraternidad o solidaridad esté latente entre los hombres, el sentido por tener más lleva a competir por poderes dejando de lado los valores, obstaculizando el bien común.

Pero, esta globalización ha llevado a confrontar a su vez al maestro con la sociedad e integrarlo a la comunidad aún más, porque hace que crezcan las necesidades de ampliar los conocimientos, así mismo, en los que confluyan su manera de actuar, su actitud, aptitudes, es decir todo el conjunto de su personalidad y que se verá reflejada en el entorno.

Esto nos lleva a pensar y reflexionar que “hay que despertar en los educadores una sensibilidad hacia el carácter definitivo de su quehacer en las vidas de sus estudiantes y de la sociedad, quehacer en el que el educador deja reflejado en ellos que su visión de universo, sea cada vez más profunda, tanto en lo teórico como en lo práctico, que éste ordene y juzgue sus conocimientos y los confronte con su realidad; por esto, la educación demanda un esfuerzo en el quehacer pedagógico, pero, es un quehacer que reclama saber, ciencia, estudio, y sobre todo investigación permanente, en búsqueda de nuevas alternativas que le permitan al docente encontrarse inmerso en la sociedad y partícipe de ella.

También es competencia del educador ayudar al educando a profundizar, a no quedarse en la superficialidad, a conocer la razón del ser, sino “aspirar a una unidad de conocimientos que lo lleven a la coherencia entre vida y fe, a unidad de vida”
[1]. El educador debe tener la capacidad de darse a los demás, es un sujeto en proceso de formación continua que busca el perfeccionamiento, ya que posee las facultades para hacerlo. El ideal de maestro es que sea “un ser universal, capaz de abrirse a todos (dimensión social), y capaz de crear valores universales. Sea capaz de participar en la vida de los demás desinteresada y creativamente, poseer la capacidad de concebir metas sociales, de servicio al bien común”[2].

Lo anteriormente expuesto, nos muestra que el educador recobra una gran importancia para la comunidad y la sociedad, ya que su trabajo tiene una gran relevancia en el medio social donde se desempeña. Esto nos hace pensar que la sociedad no reclama a ninguna otra profesión como al del educador sus servicios; pues actualmente se ve abocado a hallar la solución a los problemas presentados en la sociedad, tales como, en la violencia, el desempleo, la inseguridad, etc. Se piensa y acude a la educación como alternativa para que se solucionen los problemas de raíz, porque como dice Alicia Meneses (1998) “hay que educar a los niños ahora, ya que ellos son el futuro del mañana”.

Sin embargo, no es lógico descargar toda la responsabilidad social en los educadores, ya que la familia juega un papel igual o probablemente más importante, porque como se expresa en el artículo, (la sociedad como realidad subjetiva) “los procesos formales de la socialización secundaria se determinan por su problema fundamental, siempre presupone un proceso previo de socialización primaria; o sea, que debe tratar con un yo formado con anterioridad y con un mundo ya internalizado”.

Esto también significa que “la educación debe estar centrada en la formación humana y no técnica del niño o niña, aunque esta formación se realice a través del aprendizaje de lo técnico, en la realización del aspecto de capacitación de la tarea educacional”
[3], y ¿qué mejor que sean los padres o la familia los encargados de fortalecer desde la niñez temprana estos aspectos?.

En efecto, el ser humano es un ser biológico y cultural; el hombre sin la socialización continua de la cultura no desarrollaría sus dimensiones lógico, social, afectivo y trascendente que le permiten la humanización que sólo es posible en la mediación de la comunicación con el otro. Sólo el ser humano puede alcanzar los niveles de socialización a través de una reformulación de su vivir, que lo conduzcan a los procesos de autoevaluación, y construcción colectiva en pro de estándares de calidad de vida.

Por ésta razón fundamental, la educación actual debe centrarse en el desarrollo humano de las niñas y niños que habitan las aulas escolares; un desarrollo que alberga y abriga todas las dimensiones que los hacen humanos, sin hacer exclusividad de una de ellas. La escuela como un encuentro de convivencia en el sentir, el saber, el hacer, el aprender, descubrir y resignificarse, necesitan abrir sus puertas a nuevas formas de ver el mundo, el hombre, su historia, su presente y su futuro; no puede seguir educando en paradigmas anteriores que tuvieron validez en un momento histórico particular, porque hoy las necesidades exigen construir paradigmas que se ubiquen y se centren en el desarrollo sano y armónico de estos niños y niñas.

Por ello, educar en el desarrollo humano no descarta educar en la capacitación “saber- hacer”, sino por el contrario, son los complementos que permiten que el ser humano se construya, se valore, se ame y se realice consigo mismo y con el otro en una cotidianidad de experiencias en comunidad.

Finalmente, el maestro se convierte en un líder, Gadner define el líder como “aquella persona que, mediante la palabra y el ejemplo personal, influye acusadamente en las conductas, pensamientos y sentimientos de un número importante de sus congéneres hermanos”(1998 Pág.23), por esto el maestro, retoma la formación existente en cada uno de los seres humanos que llegan a sus manos y en los cuales deja una impronta, pues es él quien sigue y seguirá siendo a través de los tiempos el agente de cambio en primer lugar, pero, definitivamente ¿cómo puede hacer que su labor se dignifique y legitimice en el futuro?.

YELI DÍAZ CÁRDENAS